Crítica: BLACKSTAR

El último trabajo de Bowie se estrenó el pasado 8 de enero, coincidiendo con su cumpleaños numero 69. Fue el álbum número 25 en su trayectoria musical. El artista más polivalente y completo de la historia del pop nos ha entregando arte hasta el último momento de su vida.

La colección de canciones es breve, tan solo son siete temas, y la duración total del álbum es de 41 minutos. Aquí Bowie, una vez más, se transforma sonoramente, explorando con sonidos cercanos al Jazz contemporáneo, con matices electrónicos y disonancias armónicas.

El álbum, producido junto a su inseparable Tony Visconti, comienza con un track de 9 minutos y 58 segundos. Se dice que hubo un edit, ya que iTunes no permite la venta de singles con longitud superior a 10 minutos. Más adelante aparece el Free Jazz más vertiginoso en «Tis a Pity She Was a Whore» con el apoyo de Donny McCaslin en el saxo.

Lazuarus es el primer single de este útimo trabajo, el cual fue estrenado con un vídeo muy oscuro, en donde el artista hace referencias a la muerte desde una perspectiva muy agónica.

El álbum fue grabado entre finales de 2014 y principios de 2015, en The Magic Shop yHuman Worldwide Studios, en la ciudad de New York. El diseño de la tapa corrió a cargo de  Jonathan Barnbrook, quien ya había trabajado en la carátula de Heathen en 2002 y Reallity en 2003.

Blackstar también incluye la participación de James Murphy en la percusión de «Sue (Or in a Season of Crime)» y «Girl Loves Me» y cierra con «Dollar Days» y una sentida «I Can’t Give Everything Away» que recuerda el Bowie de mediados de los 90 de obras como Outside.

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